Ahora mismo acabo de entrar en casa. Vengo de hacer la compra y no me resisto a contar la conversación que acabo de oír en el supermercado.
Me hallaba yo junto a la nevera donde están los lácteos y, a mi lado, un chico joven iba reponiendo artículos en ella. En esto, se le acerca un señor, de unos 60 años, y le pregunta:
-¿Dónde tenéis el "Dolce Vita"? [Lo pronunciaba a la italiana, o sea, "dolche vita".]
-¿Perdón? -le pregunta el empleado con cara de extrañeza.
-El "Dolce Vita" -insiste el señor.
-Disculpe, señor -aclara el empleado-, "Dolce Vita" es un programa de la tele.
-¡No, hombre, no! -se ofende el señor-. Lo usa mi mujer para cagar.
Y lo dice así, literal. Ante el asombro general, el empleado sugiere:
-¿No será alguna cosa de la farmacia?
-Pero si lo tenéis siempre por aquí... -dice nervioso el cliente mientras busca el artículo en los diferentes aparadores de la nevera.
-¡Aquí, hombre! -grita al fin. Y coge un producto.
¿Sabéis cuál?
Unos yogures que se llaman "Vitalinea".
¡Vaya escena!
Me hallaba yo junto a la nevera donde están los lácteos y, a mi lado, un chico joven iba reponiendo artículos en ella. En esto, se le acerca un señor, de unos 60 años, y le pregunta:
-¿Dónde tenéis el "Dolce Vita"? [Lo pronunciaba a la italiana, o sea, "dolche vita".]
-¿Perdón? -le pregunta el empleado con cara de extrañeza.
-El "Dolce Vita" -insiste el señor.
-Disculpe, señor -aclara el empleado-, "Dolce Vita" es un programa de la tele.
-¡No, hombre, no! -se ofende el señor-. Lo usa mi mujer para cagar.
Y lo dice así, literal. Ante el asombro general, el empleado sugiere:
-¿No será alguna cosa de la farmacia?
-Pero si lo tenéis siempre por aquí... -dice nervioso el cliente mientras busca el artículo en los diferentes aparadores de la nevera.
-¡Aquí, hombre! -grita al fin. Y coge un producto.
¿Sabéis cuál?
Unos yogures que se llaman "Vitalinea".
¡Vaya escena!
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