En alguna ocasión he recibido acusaciones de ser un tiquismiquis con relación a la lengua. Incluso, ha habido quien me ha tachado de pedante. Sé que mi propia defensa no será considerada válida por nadie con un mínimo espíritu crítico, pero puedo asegurarles que el dato objetivo en el que se basaban tales acusaciones era, simplemente, mi aprecio por la lengua, el hecho de que intento hablar con propiedad y corrección, que me gusta mimar la lengua. Así, por ejemplo, a menudo intento ser educado y no solamente educao, como la mayoría de los hablantes. Pero en nuestros días, pronunciar con corrección el participio provoca que muchos me vean como pedante, relamido e, incluso, afeminado (que hablar bien no es muy viril, vamos).
Vivimos en una España plural y políglota en la que algunas comunidades autónomas tienen lo que se ha dado en llamar una lengua propia. A menudo, sus respectivos gobiernos dedican esfuerzo y medios para proteger y promocionar esa lengua, para cuidarla. Pero ante los atropellos que veo a mi alrededor, no puedo evitar preguntarme: y el castellano, ¿quién lo cuida?
Es evidente que el Gobierno de España (como ahora gusta en llamarse) no lo cuida. Basta con ver el vídeo con el que el PSOE y el presidente del gobierno han abierto esta larga campaña electoral que durará hasta marzo. En ella aparece el presidente pronunciando palabras como lealtad, solidaridad, humildad, con un final en zeta. Y hasta reconoce su propio error, afirmando: “Sí, la verdad es que uso mucho la zeta”, si bien lo justifica achacándolo a un defecto familiar o del habla de su tierra.
En un tiempo como el nuestro en el que cada vez se da menos importancia a una hache o a una tilde (que se lo pregunten, si no, a los profesores de lengua), me parece terrible que el propio presidente del Gobierno de España participe jocosamente en una campaña como ésta. Y no sólo es cuestión de fonética, sino que se atreven a escribir esas palabras con una Z final. Con una enorme zeta roja que dicen es la de Zapatero pero, lo siento mucho, a mí me parece una zeta de zoquete.
Últimamente, está siendo habitual que algunos publicistas de medio pelo justifiquen sus errores ortográficos (muy graves en algunas campañas) haciéndonos creer que sólo pretendían ser originales y conseguir este resultado: que habláramos de su campaña. No dudo de que será así en alguna ocasión, pero no en todas...
No ha sido un fallo en esta ocasión: el publicista que ha trabajado para el PSOE no ha caído en un error involuntario, sino consciente y contumaz. Insisto en que, no pareciéndome bien la cuestión fonética, me parece inaceptable la cuestión gráfica. No podemos pasarnos el día quejándonos de que las nuevas generaciones no saben escribir por culpa de los SMS y del Messenger y tener que soportar ahora semejante campaña con tan distinguido protagonista.
Sus defensores dicen que es un vídeo cercano y simpático. Vamos, que resulta gracioso. Pues yo no le veo la gracia, la verdad.
Barcelona, 19 de octubre de 2007.
Vivimos en una España plural y políglota en la que algunas comunidades autónomas tienen lo que se ha dado en llamar una lengua propia. A menudo, sus respectivos gobiernos dedican esfuerzo y medios para proteger y promocionar esa lengua, para cuidarla. Pero ante los atropellos que veo a mi alrededor, no puedo evitar preguntarme: y el castellano, ¿quién lo cuida?
Es evidente que el Gobierno de España (como ahora gusta en llamarse) no lo cuida. Basta con ver el vídeo con el que el PSOE y el presidente del gobierno han abierto esta larga campaña electoral que durará hasta marzo. En ella aparece el presidente pronunciando palabras como lealtad, solidaridad, humildad, con un final en zeta. Y hasta reconoce su propio error, afirmando: “Sí, la verdad es que uso mucho la zeta”, si bien lo justifica achacándolo a un defecto familiar o del habla de su tierra.
En un tiempo como el nuestro en el que cada vez se da menos importancia a una hache o a una tilde (que se lo pregunten, si no, a los profesores de lengua), me parece terrible que el propio presidente del Gobierno de España participe jocosamente en una campaña como ésta. Y no sólo es cuestión de fonética, sino que se atreven a escribir esas palabras con una Z final. Con una enorme zeta roja que dicen es la de Zapatero pero, lo siento mucho, a mí me parece una zeta de zoquete.
Últimamente, está siendo habitual que algunos publicistas de medio pelo justifiquen sus errores ortográficos (muy graves en algunas campañas) haciéndonos creer que sólo pretendían ser originales y conseguir este resultado: que habláramos de su campaña. No dudo de que será así en alguna ocasión, pero no en todas...
No ha sido un fallo en esta ocasión: el publicista que ha trabajado para el PSOE no ha caído en un error involuntario, sino consciente y contumaz. Insisto en que, no pareciéndome bien la cuestión fonética, me parece inaceptable la cuestión gráfica. No podemos pasarnos el día quejándonos de que las nuevas generaciones no saben escribir por culpa de los SMS y del Messenger y tener que soportar ahora semejante campaña con tan distinguido protagonista.
Sus defensores dicen que es un vídeo cercano y simpático. Vamos, que resulta gracioso. Pues yo no le veo la gracia, la verdad.
Barcelona, 19 de octubre de 2007.
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