Resulta difícil manifestar una opinión sobre este enésimo capítulo de la lucha entre judíos y palestinos, que está teniendo lugar en Gaza. Lo fácil es ponerse del lado palestino: ¡son tan grandes las atrocidades que está cometiendo el estado de Israel! Sin embargo, si queremos ser mínimamente objetivos, no podemos olvidar que Israel es un estado rodeado de otros que cuentan entre sus objetivos la desaparición del estado de Israel. Y lo dicen públicamente. Y hacen bandera de ello. Hamas, movimiento ganador de las últimas elecciones en Palestina, es un grupo que admite la violencia como método para conseguir sus objetivos; la violencia contra los judíos, claro. Y la ha continuado practicando; constantemente han estado atacando a los judíos.
Sin embargo, la desproporción con la que está actuando Israel tampoco permite ponernos de su parte. Es inadmisible que la población civil sea blanco indiscriminado de sus ataques. No se puede hablar hipócritamente de “daños colaterales” cuando son el grueso de los daños, el grueso de las víctimas. Cierto es, también, que los propios palestinos no hacen demasiado por proteger a su población civil, sabiendo que cuantos más civiles mueran más crecerá la ola mundial de animadversión contra los judíos. Como cierto es que, en Israel, deben celebrarse elecciones dentro de pocas semanas. Todo influye...
No se puede admitir este comercio de vidas humanas con objetivos políticos. La comunidad internacional debería actuar con contundencia. Me atrevería a decir que se juega el poco prestigio que le queda, pero sería una banalidad: ¿qué importa ese prestigio? ¡Lo importante es que no se sigan perdiendo vidas humanas!
Las cosas se hicieron mal en su momento. Me refiero a la creación del Estado de Israel, después de la segunda guerra mundial. Pero estoy convencido de que, ahora ya, la única solución posible es que judíos y palestinos compartan la misma tierra y convivan pacíficamente. Y eso es lo que la comunidad internacional debe exigir a ambas partes.
Es una lástima y es inadmisible que, siendo ése el único final posible, se esté perdiendo tanto tiempo y, sobre todo, tantas vidas.
Luis María Llena León, 2009.
Sin embargo, la desproporción con la que está actuando Israel tampoco permite ponernos de su parte. Es inadmisible que la población civil sea blanco indiscriminado de sus ataques. No se puede hablar hipócritamente de “daños colaterales” cuando son el grueso de los daños, el grueso de las víctimas. Cierto es, también, que los propios palestinos no hacen demasiado por proteger a su población civil, sabiendo que cuantos más civiles mueran más crecerá la ola mundial de animadversión contra los judíos. Como cierto es que, en Israel, deben celebrarse elecciones dentro de pocas semanas. Todo influye...
No se puede admitir este comercio de vidas humanas con objetivos políticos. La comunidad internacional debería actuar con contundencia. Me atrevería a decir que se juega el poco prestigio que le queda, pero sería una banalidad: ¿qué importa ese prestigio? ¡Lo importante es que no se sigan perdiendo vidas humanas!
Las cosas se hicieron mal en su momento. Me refiero a la creación del Estado de Israel, después de la segunda guerra mundial. Pero estoy convencido de que, ahora ya, la única solución posible es que judíos y palestinos compartan la misma tierra y convivan pacíficamente. Y eso es lo que la comunidad internacional debe exigir a ambas partes.
Es una lástima y es inadmisible que, siendo ése el único final posible, se esté perdiendo tanto tiempo y, sobre todo, tantas vidas.
Luis María Llena León, 2009.
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