jueves, 8 de julio de 2010

POR QUÉ NO IRÉ A LA MANIFESTACIÓN. Dmp53.

Catalanes:


Os respeto a todos. A todos. A los que fuisteis a votar en el referéndum sobre el actual Estatuto de Autonomía de Cataluña (2.569.268; el 49’41%) y a los que no fuisteis a votar (2.630.162; el 50’59%). Respeto a quienes votasteis a favor (1.881.765; el 73’9%) y a los que votasteis en contra (528.472; el 20’76%). También a los que decidisteis votar en blanco (135.998; el 5’34%). Incluso a aquellos cuyo voto resultó ser nulo (23.033; el 0’9%).


Os respeto a todos. No son sólo palabras, ha sido mi actitud en los más de 20 años que llevo en Cataluña, en los que creo haber demostrado respeto e interés por vuestra lengua, por vuestra cultura y por vuestras instituciones (yo sí fui a votar en el referéndum sobre el Estatuto). Es más, podría considerarme yo mismo catalán, porque ya he vivido aquí más tiempo que en ningún otro lugar, aquí he contribuido con mi trabajo a la mejora de esta sociedad y aquí he pagado siempre mis impuestos. Pero me dirijo a vosotros en tercera persona, poniéndome la venda antes de la herida: sé que más de uno me dirá que yo opino tal como haré a continuación porque no soy catalán de pura cepa.


Os respeto a todos, pero os pido un favor: no me hagáis comulgar con ruedas de molino. Para mí habría sido más fácil callar, pues sé que cuanto diré en este escrito no es políticamente correcto e, incluso, puede molestara algunos de vosotros. Pero me he decidido a hablar porque el pasotismo nunca ha sido mi estilo y porque pienso que, como yo, estamos unos cuantos en esta tierra, que pensamos diferente de la mentalidad dominante sin que eso signifique, necesariamente, que somos unos “trogloditas mesetarios” o unos “fachas del PP”.


Mi decisión está clara: No voy a participar en la manifestación en defensa del Estatuto. Y no voy a hacerlo por una razón muy sencilla, que a mí me parece de pura lógica y coherencia. Una ley es constitucional si se ajusta a la Constitución y no lo es en caso contrario. Nada tiene que ver quién la haya aprobado (una cámara legislativa, claro) ni quién la haya refrendado. Quizá el error (interesado) está en el hecho de no suprimir la vigencia de una ley cuando está recurrida ante el Tribunal Constitucional.


En todos los Estados federales, cuando uno de los estados federados aprueba una ley contraria a la Constitución, el Estado federal tiene mecanismos para anularla. (Lo acabamos de ver en los EE.UU., por ejemplo, con la cuestión de las armas). Y España ni siquiera es un Estado federal, aunque muchas de sus autonomías tienen un nivel de autogobierno superior al de muchos estados miembros de estados federales. Si cualquier otra autonomía española (pongamos, por ejemplo, la de Madrid con Esperanza a la cabeza) aprobara una ley o un estatuto en el que se recogiera la pena de muerte, todos correríamos a llevarla ante el Tribunal Constitucional, porque nuestra Constitución no contempla la posibilidad de la pena máxima.


Por tanto: no considero válido el argumento de que este Estatuto no puede ser declarado inconstitucional porque ha sido aprobado en referéndum.


Otro asunto diferente es la composición y el funcionamiento del Tribunal Constitucional español. Aquí os podría dar la razón en algunos aspectos, por ejemplo, la vergüenza que supone haber esperado cuatro años la sentencia. Pero lo coherente sería oponerse siempre a esa composición y a ese funcionamiento (al modo de elección de sus miembros, por ejemplo) y no sólo cuando su sentencia puede afectar mis intereses. Y oponerse no sólo quiere decir hablar en contra, sino presentar acciones o propuestas legislativas para cambiarlo o, al menos, no participar activamente en su renovación buscando, incluso, poder tener algún juez que nos represente (que es lo que hacen la mayoría de los partidos políticos).


Entonces, vuestro argumento es: nosotros decidimos; si esto es lo que Cataluña quiere, nadie puede oponerse. Un argumento falaz. Siempre es muy peligroso cuando alguien se arroga la representación de un pueblo y habla en su nombre. ¿Quién es Cataluña? ¿Cuántos son sus habitantes? ¿Cuántos de éstos hablaron en el referéndum? ¿Cuántos votaron a favor de este Estatuto? Aún más: ¿Por qué el número de personas que votan (que votamos) en las elecciones autonómicas siempre es muy inferior al de aquellos que votan (que votamos) en las generales?


Dicho esto, quiero dejar muy claro. Acepto la legalidad vigente y, por tanto, tengo claro que en el referéndum ganó el sí; su resultado no estaba ligado a un mínimo de representatividad. Acepto sus resultados. (Aunque me cuesta comprender a aquellos amigos míos que ahora me llaman a la manifestación pero aquel 18 de junio de 2006 prefirieron ir a la playa antes que ir a votar).


Sé que algunos pensaréis que defiendo las posiciones del PP. En Cataluña es ya habitual desacreditar a alguien tachándolo de pepero, olvidando que este partido no obtiene unos resultados tan diferentes de los de ERC, por ejemplo (que, además, curiosamente, pidió el no en el referéndum y ahora encabeza la defensa del Estatuto).


Quiero dejar claro que no soy del PP (porque no me siento representado completamente por ningún partido), pero no podemos olvidar que el PP representa a un puñado de gente en esta tierra. Puedo confesar, eso sí, que, a veces, he votado al PP: en las últimas elecciones generales, por ejemplo. A mí ZP no consiguió embaucarme nunca con su talante, que nada quería decir; al menos, nada bueno… Soy de los que piensan que, aunque la crisis es internacional, no estaríamos como estamos si hubiéramos tenido otro gobierno menos errático. Pero éste es otro asunto…


Quiero dejar claro que, en la cuestión catalana, no comparto las tesis del PP. Más bien estoy de acuerdo con IU. En este mismo blog ya escribí (noviembre de 2009) mi defensa de la nación catalana, aunque entiendo que, quizá, esto no cabe en la actual Constitución. Creo que España debe caminar hacia el Estado federal. Creo que sería la manera de encajar a aquellos pueblos que aspiran a su soberanía y, al mismo tiempo, no considero que esto sea contrario a la unidad de España ni a su propia historia. (Baste recordar que, al inicio, los reyes de la monarquía hispánica no eran reyes de España, sino reyes de Castilla, Aragón, Navarra, etc., y en cada uno de estos reinos debían jurar los propios fueros e instituciones). [1] Defiendo, pues, que lo que hay que hacer es reformar la Constitución (o, incluso, hacer una nueva) y no forzar la actual a decir lo que, en realidad, no dice.


No creo que que el responsable de todo este embrollo (como siempre se nos quiere hacer creer) sea el PP, por haber presentado un recurso ante el Tribunal Constitucional. Hay que recordar que también hay otros recursos: el del defensor del pueblo, socialista, o el del gobierno de Aragón, también socialista, por ejemplo. Sí creo que el responsable de todo este embrollo es el Partido Socialista, que en Cataluña ha querido ser más catalanista que los catalanistas, cuando el grueso de sus votantes no lo son. El Partido Socialista que, en Cataluña, se presenta bajo dos siglas unidas PSC-PSOE. ¿Quién representa ahora a los que votaron aquellas listas? ¿Los miembros del PSC que encabezan la llamada a la manifestación o los miembros del PSOE que, en diferentes lugares de España, se manifiestan de acuerdo con la sentencia? Que presenten en dos listas y a ver cuál gana en Cataluña. Pero no lo harán porque, ganara la que ganara, ellos saldrían perdiendo.


Soy de los que opinan que ha sido, sobre todo, la irresponsabilidad del presidente del gobierno, señor Rodríguez Zapatero, quien nos ha metido en este embrollo, porque en ésta (como en tantas otras cuestiones) quiso contentar a todo el mundo y prometió lo que no podía prometer (“respetaré el Estatut que salga del Parlament de Catalunya”.)


Escribo esto cuando acabo de llegar a casa entre el estallido de algunos cohetes, y el ruido de cláxones celebrando el pase de la selección española de fútbol a la final del mundial de Sudáfrica. No lo olvidéis: éstos también son catalanes.


Siento haberme extendido tanto, pero hay cosas que no pueden resumirse en un sí o un no, por más que a nuestros políticos les convenga la alineación pura y dura: “a favor” o “en contra”. Pero esa alineación, en el fondo, es alienación. Y no quiero pasar por ahí.


Barcelona, 7 de julio de 2010.


[1] Títulos del rey de España: Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Menorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas canarias, de las Islas Orientales y Occidentales, de las Islas y del Continente Oceánico; Archiduque de Austria, Duque de Borgoña, de Brabante, de Milán, de Atenas y de Neopatria; Conde de Habsburgo, de Flandes, del Tirol, del Rosellón y de Barcelona; Señor de Vizcaya y de Molina.

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