No me apasiona el
fútbol. Creo que está sobrevalorado en nuestra sociedad. Durante el franquismo
creíamos que el régimen nos distraía y domesticaba con el fútbol, cuando
entonces, prácticamente, sólo se jugaba y televisaba los domingos. ¿Qué diremos
en la actualidad? El fútbol lo invade todo. La jornada de Liga comienza el
viernes y acaba el lunes. Los horarios se han esparcido por todo el fin de
semana para que todos los partidos puedan ser vistos por televisión (previo
pago, eso sí). Los martes y miércoles son para la Champions y los jueves para
la Europa League. Cada día tiene su partido.
Creo que fue el
inconmensurable actor Fernando Fernán Gómez quien vino a decir que el fútbol le
parecía un experimento sociológico muy interesante: veintidós multimillonarios
en pantalón corto divirtiendo al pueblo. Que cada uno deduzca lo que al fútbol
le queda de deporte y lo que le queda de negocio y entretenimiento de masas.
Hablo del fútbol de Primera división, claro; las categorías inferiores son otra
cosa. Aunque también en ésas hemos oído anécdotas de padres que, en vez de
educar a sus hijos en el espíritu deportivo, los azuzan para que agredan al
contrario o son ellos mismos los que insultan y agreden al árbitro.
A pesar de todo,
quiero destacar algo que, a mi juicio, tiene de bueno el campeonato de Liga. Este
fin de semana, la Liga ha llegado a su ecuador: ha terminado la primera vuelta.
La ventaja del Barça es espectacular, pero no hay nada decidido todavía, menos
aún en los puestos de descenso. Todo es posible todavía.
La Liga es el
campeonato de la regularidad. Todas las victorias valen lo mismo, 3 puntos; da
igual si ha sido una goleada o una victoria por la mínima. Una gran victoria no
sirve de mucho si a ella siguen varias derrotas. La clave es la constancia. Y
creo que ésa es una buena lección para la vida. Y para el curso.
Pasó una
evaluación. Quedan dos por delante. No hay que dar nada por perdido. Todo es
posible todavía.
1 comentario:
Futbol es futbol...
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