Algunos jóvenes «sienten
las tradiciones familiares como oprimentes y huyen de ellas impulsados por una
cultura globalizada que a veces los deja sin puntos de referencia. En otras partes
del mundo, en cambio, entre jóvenes y adultos no se da un verdadero conflicto
generacional, sino una extrañeza mutua. A veces los adultos no tratan de
transmitir los valores fundamentales de la existencia o no lo logran, o bien
asumen estilos juveniles, invirtiendo la relación entre generaciones. De este
modo, se corre el riesgo de que la relación entre jóvenes y adultos permanezca
en el plano afectivo, sin tocar la dimensión educativa y cultural». ¡Cuánto daño hace
esto a los jóvenes, aunque algunos no lo adviertan! Los mismos jóvenes nos han
hecho notar que esto dificulta enormemente la transmisión de la fe «en algunos
países donde no hay libertad de expresión, y donde se les impide participar en
la Iglesia».
(Papa
Francisco. Christus vivit. Número 80)
No hay comentarios:
Publicar un comentario