La pastoral juvenil
202. La pastoral juvenil,
tal como estábamos acostumbrados a llevarla adelante, ha sufrido el embate de
los cambios sociales y culturales. Los jóvenes, en las estructuras habituales,
muchas veces no encuentran respuestas a sus inquietudes, necesidades,
problemáticas y heridas. La proliferación y crecimiento de asociaciones y
movimientos con características predominantemente juveniles pueden ser
interpretados como una acción del Espíritu que abre caminos nuevos. Se hace
necesario, sin embargo, ahondar en la participación de estos en la pastoral de
conjunto de la Iglesia, así como en una mayor comunión entre ellos en una mejor
coordinación de la acción. Si bien no siempre es fácil abordar a los jóvenes,
se está creciendo en dos aspectos: la conciencia de que es toda la comunidad la
que los evangeliza y la urgencia de que ellos tengan un protagonismo mayor en
las propuestas pastorales.
Una pastoral sinodal
203. Quiero destacar que los mismos jóvenes son agentes de la pastoral juvenil, acompañados y
guiados, pero libres para encontrar caminos siempre nuevos con creatividad y
audacia. Por consiguiente, estaría de más que me detuviera aquí a proponer
alguna especie de manual de pastoral juvenil o una guía de pastoral práctica.
Se trata más bien de poner en juego la astucia, el ingenio y el conocimiento
que tienen los mismos jóvenes de la sensibilidad, el lenguaje y las
problemáticas de los demás jóvenes.
204. Ellos nos hacen ver la necesidad de asumir nuevos estilos y nuevas estrategias. […] La
pastoral juvenil necesita adquirir otra flexibilidad, y convocar a los jóvenes
a eventos, a acontecimientos que cada tanto les ofrezcan un lugar donde no sólo
reciban una formación, sino que también les permitan compartir la vida,
celebrar, cantar, escuchar testimonios reales y experimentar el encuentro
comunitario con el Dios vivo.
205.
Por otra parte, sería muy deseable recoger todavía más las buenas prácticas:
aquellas metodologías, aquellos lenguajes, aquellas motivaciones que han sido
realmente atractivas para acercar a los jóvenes a Cristo y a la Iglesia. […]
206. La pastoral juvenil sólo puede ser sinodal,
es decir, conformando un “caminar juntos” que implica una «valorización de
los carismas que el Espíritu concede según la vocación y el rol de cada uno de
los miembros [de la Iglesia], mediante un dinamismo de corresponsabilidad […].
Animados por este espíritu, podremos encaminarnos
hacia una Iglesia participativa y corresponsable, capaz de valorizar la
riqueza de la variedad que la compone, que acoja con gratitud el aporte de los
fieles laicos, incluyendo a jóvenes y mujeres, la contribución de la vida
consagrada masculina y femenina, la de los grupos, asociaciones y movimientos.
No hay que excluir a nadie, ni dejar que nadie se autoexcluya».
207. De este modo, aprendiendo unos de otros, podremos reflejar mejor ese poliedro
maravilloso que debe ser la Iglesia de Jesucristo. Ella puede atraer a los
jóvenes precisamente porque no es una unidad monolítica, sino un entramado de
dones variados que el Espíritu derrama incesantemente en ella, haciéndola
siempre nueva a pesar de sus miserias.
(Papa Francisco. Christus vivit. La negrita es mía).
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