Arriesgar juntos
198. El amor que se da y que obra, tantas veces se
equivoca. El que actúa, el que arriesga, quizás comete errores. Aquí, en este
momento, puede resultar de interés traer el testimonio de María Gabriela Perin,
huérfana de padre desde recién nacida que reflexiona cómo esto influyó en su
vida, en una relación que no duró pero que la hizo madre y ahora abuela: «Lo
que yo sé es que Dios crea historias. En su genialidad y su misericordia, Él
toma nuestros triunfos y fracasos y teje hermosos tapices que están llenos de
ironía. El reverso del tejido puede parecer desordenado con sus hilos enredados
–los acontecimientos de nuestra vida– y tal vez sea ese lado con el que nos
obsesionamos cuando tenemos dudas. Sin embargo, el lado bueno del tapiz muestra
una historia magnífica, y ese es el lado que ve Dios». Cuando las personas
mayores miran atentamente la vida, a menudo saben de modo instintivo lo que hay
detrás de los hilos enredados y reconocen lo que Dios hace creativamente aun
con nuestros errores.
199. Si caminamos juntos, jóvenes y ancianos,
podremos estar bien arraigados en el presente, y desde aquí frecuentar el
pasado y el futuro: frecuentar el pasado, para aprender de la historia y para
sanar las heridas que a veces nos condicionan; frecuentar el futuro, para
alimentar el entusiasmo, hacer germinar sueños, suscitar profecías, hacer
florecer esperanzas. De ese modo, unidos, podremos aprender unos de otros,
calentar los corazones, inspirar nuestras mentes con la luz del Evangelio y dar
nueva fuerza a nuestras manos.
200. Las raíces no son anclas que nos atan a otras
épocas y nos impiden encarnarnos en el mundo actual para hacer nacer algo
nuevo. Son, por el contrario, un punto de arraigo que nos permite
desarrollarnos y responder a los nuevos desafíos. Entonces tampoco sirve «que
nos sentemos a añorar tiempos pasados; hemos de asumir con realismo y amor
nuestra cultura y llenarla de Evangelio. Somos enviados hoy para anunciar la
Buena Noticia de Jesús a los tiempos nuevos. Hemos de amar nuestra hora con sus
posibilidades y riesgos, con sus alegrías y dolores, con sus riquezas y sus
límites, con sus aciertos y sus errores».
201. En el Sínodo, uno de los jóvenes auditores
proveniente de las islas Samoa, dijo que la Iglesia es una canoa, en la cual
los viejos ayudan a mantener la dirección interpretando la posición de las
estrellas, y los jóvenes reman con fuerza imaginando lo que les espera más
allá. No nos dejemos llevar ni por los jóvenes que piensan que los adultos son
un pasado que ya no cuenta, que ya caducó, ni por los adultos que creen saber
siempre cómo deben comportarse los jóvenes. Mejor subámonos todos a la misma
canoa y entre todos busquemos un mundo mejor, bajo el impulso siempre nuevo del
Espíritu Santo.
(Papa Francisco. Christus vivit.)
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