viernes, 31 de octubre de 2008

LA OPINIÓN DE LA REINA. Dmp11.

Han levantado polémica las declaraciones de S.M. la reina doña Sofía en un libro de Pilar Urbano. Tanta, que la Casa Real se ha visto obligada a emitir una nota en la que asegura que las palabras de la reina recogidas en el libro son “inexactas”. He dudado si emitir o no mi opinión sobre este asunto, dado que estamos hablando de un libro recién aparecido y la polémica conviene a la autora y a la editorial porque, al opinar, estamos haciendo propaganda del libro. Sin embargo, me decido a hacerlo porque creo que se están mezclando dos asuntos que habría que diferenciar claramente: uno es el hecho de que la reina haya opinado; otro, lo que ha dicho.

El hecho de que la reina opine.

A mi parecer, alguien no ha hecho bien su trabajo en la Casa Real (ignoro si la reina o algún subalterno). Pilar Urbano afirma que se enviaron a Zarzuela las pruebas del libro y que recibió su aprobación. Probablemente, alguien no calculó bien, no supieron prever la polémica que las declaraciones de la reina iban a causar.

En mi opinión, una de las pocas defensas que puede tener la institución monárquica en pleno siglo XXI es que, de este modo, el Jefe del Estado se sitúa por encima de la lucha partidista para representar a todos. Los actuales reyes siempre lo han entendido así, hasta el punto que, teniendo derecho a votar, como todo ciudadano, nunca lo han hecho en unas elecciones (sí en los referéndums) para simbolizar con su abstención que se hallan por encima de la lucha partidista.

Siguiendo ese criterio, considero que la reina no debería haber opinado sobre cuestiones que, aunque son éticas y morales, están sometidas en nuestro país a la lucha partidista y, por tanto, lo correcto hubiera sido abstenerse de tomar partido.

Lo que la reina opina.

Dicho esto, me parece hipócrita la sorpresa de tantos por lo que la reina ha dicho. Sabido es que S.M. es una reina católica y, al parecer, en su caso no se trata sólo de una etiqueta adherida a la monarquía hispánica sino que es una convicción personal. ¿Cómo puede sorprenderle a alguien que la reina esté en contra del aborto o de la eutanasia?

Me parece, igualmente, desproporcionada la reacción de algunos colectivos por la opinión de la reina ante la cuestión de los matrimonios homosexuales. Creo que nos está engullendo la dinámica de lo políticamente correcto y ya aceptamos que hay cosas que no se pueden decir en público, aunque uno las piense. ¡Algunos colectivos han llegado a tildar de homófoba a la reina! Lo siento: no estar de acuerdo con los matrimonios homosexuales no convierte a alguien, automáticamente, en homófobo. Recuerdo, por ejemplo, que en nuestra vecina Francia han sido políticos progresistas, del Partido Socialista, sin ir más lejos, quienes se han posicionado en contra de esos matrimonios. ¿Alguien ha atendido a sus razones? Intuyo que no: simplemente se les desacredita porque no defienden lo que hay que defender.

A veces sospecho que determinados colectivos no quieren que la Inquisición desaparezca, lo que quieren es que trabaje para ellos.



Luis María Llena León. © 2008

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