lunes, 12 de octubre de 2009

LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN Dmp26.

LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN.

Siempre se ha dicho. Pero uno tiene la sensación de que esto cada vez va a más. Argumentos o situaciones que resultarían inverosímiles e increíbles en una obra de ficción, se los encuentra uno después en los periódicos como hechos sucedidos realmente.

Hace algunos años escribí un relato corto, aún no publicado, titulado “Una vida por la audiencia”. Narraba la historia de un famoso periodista, conductor de uno de los informativos televisivos de mayor audiencia, a quien los directivos de su canal habían obligado a permanecer en su trabajo durante el mes de agosto con tal de no perder ni un punto en los índices de audiencia. Un caluroso día de agosto, alarmado ante la falta de noticias, el periodista decide cometer un asesinato ante las cámaras, a fin de tener alguna exclusiva y no perder audiencia. Ya en la cárcel, acaba recibiendo un premio de la Academia de la Televisión.

Pues bien, hoy me sorprende leer en un periódico la historia de Wallace Souza, periodista brasileño en busca y captura. ¿Su delito? Presuntamente, contrataba crímenes para poder tener de ellos imágenes en exclusiva que emitía en su programa televisivo Canal Libre. Lo dicho: la realidad supera la ficción.

La falta de ética es un problema general. La máxima de “el fin no justifica los medios” hace tiempo que se ha olvidado en muchos aspectos de la vida y ha sido substituida por un simple y pragmático “todo vale”, sin otra cortapisa que el peligro de que le puedan pillar a uno con las manos en la masa.

Ocurre lo mismo en el terreno del periodismo. Es preocupante el derrotero que está siguiendo el periodismo televisivo. También en nuestro país: basta con ver alguno de los programas de cotilleo.

Habrá quien piense que exagero relacionando una cosa con otra, pero creo que tienen algo que ver. Se empieza por dar cabida al rumor, sin contrastar la veracidad ni la fiabilidad de la fuente y se acaba creando la noticia. Lo importante es no perder audiencia y, ante eso, todo lo demás es secundario. Nos acercamos peligrosamente al “todo vale”.


© Luis María Llena.
Barcelona, octubre de 2009.

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