Vaya por delante mi más rotunda condena de la pederastia. Cualquier abuso cometido sobre una persona me parece deleznable y más aún cuando la víctima es un menor y, además, sometido a la autoridad del abusador. Conste, igualmente, mi opinión de que la jerarquía eclesiástica cometió un error silenciando esos abusos y protegiendo a quienes los cometían que, por ello, resultaban en muchas ocasiones reincidentes. Dicho esto, creo que no se puede juzgar reacciones de los años sesenta con la mentalidad del siglo XXI; quiero decir: entonces toda la sociedad era más permisiva con determinados hechos que hoy nos parecen gravísimos e intolerables, como a mí me parecen. Creo, sin duda, que más allá de los hechos hay una campaña orquestada en contra de la Iglesia Católica y del Papa Benedicto XVI, lo cual no me impide desear que las víctimas de esos abusos sean resarcidas de algún modo y, si es necesario, los culpables castigados.
Pero las generalizaciones siempre son injustas. El otro día, en clase de primero de Bachillerato, algún alumno ya hacía la bromita: “¿Fulanito quiere ser cura? Entonces le deben de gustar los niños…”. Es evidente que me enfadé con él. Conozco muchos sacerdotes (tengo amigos sacerdotes) que rechazan estos hechos y los condenan sin ningún tipo de paliativos. Sacerdotes que viven su opción de vida con coherencia. Sacerdotes a quienes la vivencia de su celibato o de su voto de castidad, en el caso de los religiosos, no les impide en modo alguno realizarse plenamente como personas. Es un error generalizar; el celibato no aboca necesariamente a la pederastia: ni todos los célibes son pederastas ni todos los pederastas son célibes. En “LA VANGUARDIA” del pasado 29 de marzo, Antoni Puigverd aclaraba que «las cifras del caso alemán revelan la magnitud del problema (¡210.000 casos censados desde 1995!) y, a la vez, la cuota de responsabilidad católica: sólo 94 casos corresponden a religiosos: un 0,045%».
Condenar los hechos, no debe abocarnos a la generalización. Pero tampoco la jerarquía católica ha de generalizar. Las declaraciones del cardenal Bertone vinculando pederastia y homosexualidad son injustas y humillantes. No todos los pederastas son homosexuales (también con las niñas se cometen actos de pederastia) ni todos los homosexuales son necesariamente pederastas. Si la pederastia tiene alguna relación per se con la homosexualidad, será con aquella homosexualidad que no es asumida y aceptada porque quien la vive la considera una enfermedad, un vicio o un pecado mortal y, por ello, la esconde bajo sotanas o bajo lazos conyugales. De este modo, decidir que un homosexual no es apto para el sacerdocio simplemente por su condición homosexual significa dar por sentado que será incapaz de vivir plenamente su celibato como puede vivirlo un heterosexual. Quizá la clave para asumir con coherencia una opción celibataria no esté en la condición homosexual o heterosexual, sino en realizar dicha opción a una edad más madura y no en la adolescencia o la primera juventud.
Hoy reivindico aquí a todos mis amigos sacerdotes y a todos mis amigos homosexuales atreviéndome a añadir un nuevo mandamiento a la ley mosaica: el undécimo, no generalizar. Aunque tal añadido sería innecesario si de verdad los cristianos viviéramos el mandamiento nuevo de Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.
© Luis María Llena.
Barcelona, abril 2010.
2 comentarios:
Por su puesto estoy de acuerdo contigo Ari que no podemos generalizar. Poner todos en la misma bolsa no es justo.
Hay curas y CURAS, como hay padres y PADRES. Cada uno puede hacer un error, lo malo es cuando se esconde la verdad.
Querido amigo:
Estoy en total desacuerdo con esa afirmación de que
antes "toda la sociedad era más
permisiva con determinados hechos que hoy nos parecen gravísimos e
intolerables, como a mí me parecen." No basta con desear que las víctimas de esos abusos sean
resarcidas de algún modo y, si es necesario, los culpables castigados. Hay que
trabajar activamente para que así sea. Claro que es necesario que las victimas
sean resarcidas y los culpables castigados , faltaría más. Noto en sus
palabras bastante tibieza , su denuncia en mi opinión debería de ser más
contundente ante estos hechos tan miserables. Sinceramente con diez
mandamientos si se cumplen tenemos bastante.
Un saludo.
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