martes, 7 de junio de 2011

INDIGNADOS. Dmp64.

Últimamente, me preguntan a menudo sobre los indignados. ¿Cómo es que no has escrito nada? ¿Qué piensas sobre ellos?


Lo primero que debo confesar es que no siempre tengo opinión sobre las cosas al primer momento. La opinión, para ser auténtica, ha de ser fruto de la reflexión y ésta requiere un tiempo. Por otro lado, la opinión, para ser acertada, debe tener en cuenta todos los matices (o, al menos, el mayor número posible); debe mirar los hechos desde diversos ángulos, desde diversos puntos de vista. Debe tener toda la información (o, al menos, la máxima posible). Y esto cada vez es más difícil. Cada vez soy más consciente de que, a menudo, solo vemos la punta de ese iceberg que son los fenómenos sociales. Las noticias que nos ofrecen son tan sólo el escaparate de la realidad; a menudo, un escaparate concienzudamente preparado. Vemos lo que quieren que veamos.


Hechas estas salvedades, debo confesar que no tengo opinión formada sobre este movimiento. En principio, me alegra, porque me alegra todo lo que sea superar la indiferencia, dejar atrás el pasotismo. La indignación está bien, porque denuncia aquello que no nos gusta, aquello que merecería ser cambiado. La indignación es denuncia. Y estas concentraciones ya han conseguido una primera y gran victoria: nos han invitado a pensar.


Y, al pensar, surgen las preguntas: ¿qué hay detrás de está indignación? ¿Quién hay detrás? ¿De verdad es un movimiento espontáneo? (A pesar del megáfono y de los horarios, de la organización repetida en cada ciudad, ¿es espontáneo? ¿Es espontánea la "indignación" en este país del "cabreo"?) ¿Por qué escogieron esta fecha, justo antes de unas elecciones, para manifestarse? ¿Debemos permitir que se conviertan en habituales las manifestaciones y concentraciones antes de los comicios electorales? ¿Por qué fueron tan respetuosas las autoridades en un primer momento? ¿Fue por convicción o por estrategia electoral? Me quedan muchas dudas.


Y la más importante es: ¿qué hay más allá de esa indignación? Ponerse de acuerdo en lo que no nos gusta es relativamente sencillo; pero, ¿cuáles son las propuestas de futuro? No he oído demasiadas y, las que he oído, no sé si serían compartidas por una mayoría. En la Plaça de Catalunya de Barcelona vi carteles contra la corrupción, sí; pero también los vi a favor del colectivo gay, y de la independencia de Cataluña, y de la solidaridad con África… ¿Cuáles son las propuestas exactamente?


Quizá en determinados momentos sean necesarios estos movimientos de masas, no lo niego. Por ese camino la humanidad ha conseguido cambios importantes. Pero a mí me cautiva más el compromiso diario y esforzado, silencioso y oculto en ocasiones. A mí me convencen más las pequeñas acciones cotidianas en el micromundo en el que habito. Yo prefiero la solidaridad de un simple gesto, a los movimientos de masas. Será la edad…


1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo. Yo soy mu escéptica ante estos movimientos, y siempre me pregunto ¿Y si les tocara la primitiva? seguro que se olvidaban de todas las indignaciones.

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