lunes, 25 de julio de 2011

Decimoséptimo día.

Diriamba, lunes 25 de julio de 2011.

Día tranquilo y hogareño. Tampoco llovió. Aunque, a decir verdad, a primera hora de la tarde cayeron unas gotas a pleno sol, pero en tan poca cantidad y durante tan poco espacio de tiempo, que puede decirse que hoy no llovió.

Ilustro esta crónica de hoy con una fotografía del volcán Momotombo (vecino del Momotombito), dos de los muchos de este país de lagos y volcanes. Respondo así a quienes, a través del correo electrónico, me habéis comunicado que echáis de menos más descripciones sobre la naturaleza, más fotos bonitas (que habéis sido varios). Tomamos esta fotografía el día que fuimos a León. Aunque pueda parecerlo, lo que se ve no es humo, sino unas nubes; este volcán no humea, algo que sí hace el volcán de Masaya que visitamos uno de los primeros días.

Aprovecho la sencillez de este día para cumplir la palabra que empeñé unas crónicas atrás, cuando os dije que en otro momento os hablaría de la historia de Nicaragua. Como profe de Historia casi estoy obligado a hacerlo; pero, además, me he interesado por ella, ya que siempre he tenido como una de las lagunas de mi conocimiento la historia de la América hispánica. Creo que, en el fondo, es una gran desconocida para la mayoría de los españoles. Por ejemplo, ignoramos cómo es que los territorios hispanos se dividieron en tantos países diferentes y no conservaron la unidad. Hoy os explicaré algo de eso.

El día 19 fue el día de la revolución y os dije que era casi como una fiesta nacional, si bien no era la fiesta nacional. La fiesta nacional es el 15 de septiembre. De hecho, en Nicaragua, el mes de septiembre es el mes de la Patria, con dos fechas señaladas: el 14 y el 15 de septiembre.

El 15 de septiembre se recuerda la independencia de Centroamérica, ocurrida en tal día de 1821. La Constitución de 1812 (la primera de España, de la cual van a cumplirse doscientos años) dividió la Capitanía General de Guatemala en dos provincias: la Provincia de Guatemala (que incluía Guatemala, Chiapas, Comayagua –hoy Honduras– y El Salvador) y la Provincia de Nicaragua y Costa Rica. La Diputación Provincial de Guatemala proclamó su independencia de España el 15 de septiembre de 1821, mediante el de Acta de independencia de Guatemala, invitando a las provincias vecinas a adherirse. Así lo fueron haciendo, por lo que tal acta se conoce, también, como Acta de independencia de América Central.

El 2 de enero de 1822, estas provincias decidieron adherirse al Imperio Mexicano. No compartía esta decisión El Salvador, pero fue invadido por ejércitos guatemaltecos y mexicanos que lo anexionaron a la fuerza. Pero el primer (y único) emperador de México (Agustín I) abdicó y, con la desaparición de ese imperio, las provincias centroamericanas declararon su independencia absoluta (tanto de España como de México) erigiéndose como Provincias Unidas de Centroamérica. Era el 1 de julio de 1823. Sin embargo, Chiapas no se unió a estas provincias y quedó adherido, definitivamente, a México.

Tras los debates constitucionales, en 1824 se formó la República Federal de Centroamérica, cuya capital fue, primero, la ciudad de Guatemala y, después, San Salvador. Esta república federal estaba formada por la unión de cinco estados (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica) a los que en 1838 se unió un sexto, Los Altos, formado con territorios de Chiapas y de Guatemala.

Las diferencias entre los estados fueron debilitando, poco a poco, la unión. El primer país en abandonarla definitivamente fue Nicaragua. Después, siguieron los demás. Los Altos se proclamó, entonces, un estado independiente, pero apenas duró un año; México y Guatemala recuperaron por la fuerza sus antiguos territorios.

Desde entonces, Nicaragua comenzó a funcionar como un estado independiente, no sin dificultades, como las tensiones entre León y Granada, así como tomas violentas del poder, cercanas a la guerra civil.

Por otro lado, el 14 de septiembre se conmemora la Batalla de San Jacinto, que tuvo lugar bastantes años más tarde, en 1856. En esta batalla, los nativos del lugar se enfrentaron y vencieron a los hombres del filibustero William Walker. En el siglo XVII, los filibusteros eran piratas del Caribe pero, ya en el siglo XIX, se llamó así a hombres estadounidenses que, con técnicas cercanas a la piratería, intentaron influir políticamente en Centroamérica. El señor Walker ya había intentado crear una república en la Baja California (la República de Sonora), pero fracasó. Vino después a Centroamérica y, en concreto, a Nicaragua. Pretendía hacer (y apropiarse los beneficios de) un canal como el de Panamá o, en su defecto, una ruta por los ríos de este país, que permitiera el paso entre el Caribe y el Pacífico. Llegó, incluso, a proclamarse presidente de Nicaragua, pero la alianza de los países vecinos que le declararon la guerra, acabó haciéndole claudicar y fue depuesto. Marchó de aquí, pero aún regresó en tres ocasiones más. En la última, fue apresado y fusilado en Honduras. Era el año 1860.

Ya a principios del siglo XX, el general Zelaya hizo de Nicaragua una de las naciones más prósperas de Centroamérica. Este señor volvió a intentar hacer de América Central un estado federal, pero también fracasó. Después vino la invasión estadounidense (contra la que se rebeló Sandino) y un sinfín de golpes de estado o intentos de ello. Llegaron, después, los Somoza (prácticamente, desde 1936 a 1979) y la revolución del Frente Sandinista. Pero ya vale de lecciones por hoy… Hasta mañana.

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