Llega el final del
trimestre. El viernes se darán las notas; son el resumen objetivo del
aprovechamiento que cada uno ha hecho. Sin embargo, con eso no es suficiente.
Hay que analizar las causas. Dos alumnos con el mismo número de suspensos no han
obtenido exactamente el mismo resultado. Hay quien ha podido suspender a pesar
de su esfuerzo y quien ha suspendido por falta de él. Cada uno es cada uno y, a
mi entender, un profesor sólo es justo si exige a cada alumno según sus
capacidades. Sólo ahí radica la verdadera equidad. Pero, claro, eso no es
fácilmente objetivable y, además, siempre hay que exigir unos mínimos que
faculten para ejercer la profesión. ¡Vaya lío, ¿no?!
No obstante, el
alumno sabe mejor que nadie cómo tiene que sentirse con sus notas, más
allá del juicio de los profesores y
hasta de los padres. Tú, querido alumno, sabes mejor que nadie si has trabajado
suficientemente, si te has esforzado y si ese esfuerzo ha sido constante. No se
puede vivir instalado en el autoengaño (aunque algunos lo intenten). Tú sabes
la verdad de ti mismo (más allá de lo que diga el boletín de notas). Tú sabes
si debes cambiar en el segundo trimestre y en qué aspectos.
En definitiva: independientemente
del número de aprobados y de suspensos, tú sabes mejor que nadie si puedes
sentirte satisfecho, o no, con el boletín de notas que recibirás el viernes.
El próximo lunes,
ya de vacaciones, os contaré mi cuento de Navidad 2012.
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