Vaya por delante que, personalmente, considero este gesto
como una prueba más de la inteligencia de este hombre que es reconocido por
muchos como un gran intelectual de nuestra época, aunque otros quieran negarlo
simplemente por su vinculación con la religión. Yo quiero reconocerlo hoy,
aunque no haya compartido siempre el pensamiento de este hombre que dirigió
tanto tiempo la Congregación para la Doctrina de la Fe y de cuyas decisiones dependieron
condenas a algunos teólogos a los que se obligó al silencio.
Vivimos más que nunca y alcanzamos unas edades con
achaques que no permiten ejercer ciertas responsabilidades. Que el Papa haya
sabido reconocer que ya no tiene la capacidad suficiente para esa tarea, es
algo que lo honra en una época en la que, a menudo, la gente se agarra a sus
cargos y casi nadie dimite. Que la Curia se lo haya permitido, es un acierto. El
Papa Ratzinger es un hombre anciano que lleva muchos años ejerciendo cargos de
elevada responsabilidad en la Iglesia. Él, como todos, merece un descanso. Le
deseo que pueda vivir en paz el resto de sus días.
Este año, la Cuaresma, además de a la Pascua nos llevará
a un nuevo pontificado. Ya no espero milagros, quizá porque ya llevo varios
Papas en mi cuenta. Sólo espero que la Iglesia sea fiel al Evangelio más que a
sus tradiciones. Bueno, tal vez sí espero milagros…
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