domingo, 14 de abril de 2013

MONOTONÍA. Dmp102.



Escucho en el programa de Pepa Fernández (“No es un día cualquiera”, R.N.E.) una tertulia sobre la monotonía y acude a mi mente un recuerdo de infancia. Tendría yo unos diez u once años (cursaba sexto de E.G.B.) cuando padecí el único episodio de insomnio que he sufrido en mi vida. Recuerdo aquellas horas en que mis hermanos dormían y yo oía, al fondo, el sonido de la televisión que miraban mis padres. Cuando sonaba el himno nacional (entonces la tele se acababa hacia las doce de la noche y siempre lo hacía con imágenes del caudillo acompañadas del himno) yo aún estaba despierto. Me ocurría cada noche, durante una larga temporada. “¿Aún estás despierto?”, preguntaba mi madre antes de acostarse. “No puedo dormir”, era mi única respuesta.



Por fin, un día, ya preocupada, mi madre quiso saber por qué. Se lo dije. La vida me parecía absurda, todos los días eran iguales, cada día lo mismo: levantarse, ir al colegio, volver a casa, hacer los deberes, ver la tele, cenar e ir a dormir. Así cada día. Recuerdo la sorpresa de mi madre que no supo ofrecerme otro consuelo que el del mal de muchos. “Es así para todos”, me dijo. “Tu padre también hace cada día lo mismo: se levanta, va a la consulta, después al ambulatorio, por la tarde los domicilios…”



Ya de adulto, la monotonía no me resulta pesada, sino que me da paz. Mis amigos se sorprenden de que, en vacaciones, yo siga un horario estricto: me levanto cada día a la misma hora, desayuno, paseo a Polca, como, hago la siesta, escribo, ceno, leo y a dormir. Cada día hago lo mismo a la misma hora. A ellos les parece una esclavitud y, sin embargo, yo no lo vivo así. Al contrario, vivir sin horario me quita la paz. Cuando estamos toda la familia reunida y no se sabe, por ejemplo, a qué hora será la comida, eso a mí me estresa.



La monotonía no está en lo que hacemos, sino en nuestra vivencia de lo que hacemos. La novedad no depende de las cosas, sino de nuestra mirada sobre ellas. Sólo así podremos conseguir que cada día sea distinto, aun haciendo lo mismo. La novedad de cada instante la ponemos nosotros. Incluso haciendo lo mismo, cada día es diferente.


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