martes, 24 de septiembre de 2013

LA ALTERNATIVA Dmp116.

Toda generación de adultos tiene la tentación de pensar que los que vienen detrás no están a la altura o, al menos, no dan la talla como la dio la propia generación. Pensar que “con esta juventud no iremos a ninguna parte” es una tentación tan habitual como infundada. A las pruebas me remito: el mundo  y la humanidad han llegado hasta aquí y nadie de los que vivieron antes resultó tan imprescindible como para que el mundo se detuviera tras su marcha.

Los jóvenes son el futuro, suele decirse. Pero también son el presente. Las generaciones adultas, sin renunciar a seguir trabajando y luchando, tenemos que saber darles la alternativa, ofrecerles un lugar y un espacio en la sociedad y, sobre todo, fiarnos de ellos, confiar en que son capaces de hacerlo, al menos, tan bien como nosotros y, quizá, mejor. Ellos son la alternativa para mejorar todo aquello que en nuestro mundo es manifiestamente mejorable.

A menudo sólo se piensa en los jóvenes como sujetos de consumo, incluso como objetos. Nos acordamos de ellos cuando nos ofrecen estadísticas de muertos en accidente de tráfico, o de consumo de drogas, por ejemplo. Pero los jóvenes son mucho más que eso. De hecho, muchos jóvenes no tienen nada que ver con eso.

Al empezar un nuevo curso, pienso que los jóvenes son una fuerza en el mundo. Un motor que puede hacer avanzar esta sociedad hacia metas nuevas y mejores. Una semilla que puede germinar en frutos de justicia. Tenemos que creer en ellos y darles una oportunidad. Tenemos que saber pasarles el testigo de esta carrera con plena confianza. Lo hemos de hacer porque es ley de vida y no nos queda otra alternativa, pero también sabiendo que el mundo no se detendrá en sus manos.

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