domingo, 24 de julio de 2016

DIA 7: SYLVIE Y EMMANUELLE


DIA 7: SYLVIE Y EMMANUELLE.

Melilla, domingo 24 de julio de 2016.

Hoy domingo, aprovechando que no tenemos colonia ni trabajo con los menores, nos hemos acercado a Nador, la ciudad marroquí más cercana a Melilla. El paso de la frontera ha sido rápido, no creo que hayamos tardado más de media hora.

Ya en Nador hemos visitado la Delegación de migraciones, perteneciente a la diócesis de Tánger. De aquí fue expulsado en el pasado mes de enero el jesuita Esteban Velázquez, acusado de hacer proselitismo, algo prohibido en Marruecos, país que tolera a la Iglesia católica pero no le permite evangelizar.

En esta delegación, situada en la parroquia de Santiago apóstol, trabajan sobre todo con migrantes subsaharianos. La mayoría de ellos se agolpa en el monte Gurugú a la espera de poder acceder a Melilla en algún momento. No renuncian a llegar a Europa bajo ningún concepto y están dispuestos a soportar todas las penurias hasta que llegue ese momento.

En la Delegación de migraciones trabajan algunos religiosos y voluntarios. Con frecuencia visitan los asentamientos de subsaharianos en el monte, donde malviven sin comida y sin agua. Como nos explicaba Lupita, la religiosa que hoy nos atendió, ellos hacen una labor humanitaria: “no les ayudamos ni a pasar ni a quedarse, pero les atendemos, les llevamos comida y agua, porque son nuestros hermanos”.

En la delegación tienen cuatro habitaciones donde acogen a aquellos que están enfermos. Por ejemplo, ahora tenían acogido a un muchacho al que, por culpa de la gangrena, le han amputado un pie. Cuando estábamos visitando el centro, ha llegado otra religiosa, (“nuestra jefa”, ha dicho Lupita) y me ha emocionado el fuerte abrazo que el muchacho del pie amputado le ha dado nada más que la ha visto.

También me ha emocionado conocer a Sylvie, que está allí alojada recuperándose del parto. Hace diez días nació su hija Emmanuelle. Ella es cristiana y ha compartido la Eucaristía con nosotros. Durante la Misa se me han saltado las lágrimas varias veces pensando que, en cuanto esté un poco recuperada, tendrá que volver al monte con su hija, porque esas cuatro habitaciones son de paso, abiertas para acoger a quien más lo necesita en cada momento. Ella ya quiere volver al monte porque está allí su familia; son las hermanas las que le insisten que se quede un poco más en la delegación, hasta estar más recuperada.

En la Misa estábamos unas 50 personas y 30 éramos el grupo del campo de trabajo de Melilla. El resto serían unos 20 y de diferentes nacionalidades. Aunque la Eucaristía se ha celebrado en español, el Evangelio se ha leído en tres idiomas: en español (lo ha hecho un diácono con acento inglés), en francés y en inglés. Durante esta celebración me ha venido a la mente cuántas pequeñas comunidades como ésta tienen que vivir su fe en tierra hostil: perseguidas, escondidas, amenazadas… Ese pensamiento también ha hecho brotar mis lágrimas.

Al salir de la Delegación nos hemos dado cuenta de que un par de policías marroquís vigilaban desde la esquina nuestros movimientos. De allí hemos ido a visitar La grangerie, una residencia de personas con alguna discapacidad intelectual. Algunas monitoras se han impresionado por la visita. Yo no digo que no sea fuerte lo que hemos visto, pero las personas estaban allí bien cuidadas y dramas así los he visto en lugares como el Cottolengo de Barcelona o, incluso, en algunas residencias de ancianos. Una mujer muy anciana se ha puesto a bailar y a cantar, pues con nosotros viajaba Sufian Sultan, uno de los trabajadores de la casa de las RMI en Melilla, que tiene un CD publicado. Lo he comprado en el zoco de Nador al increíble precio de 1’5 euros. También me he comprado una chilaba, asesorado por Moha, que se ha empeñado en que fuera azul, aunque yo la quería verde… Es broma. Él me ha ayudado a regatear y conseguirla por un buen precio.

Nador me ha parecido una ciudad pobre. He vuelto a tener, una vez más, esa triste sensación de cómo puede haber tanta diferencia en el nivel de vida a tan sólo 8 kilómetros. Mi vida, mi cómoda vida, se ha visto hoy sacudida una vez más. Algo tendré que hacer, varias cosas se me han pasado hoy por la mente, pero tendré que pensarlas bien, madurarlas y actuar. Sobre todo, actuar.

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