domingo, 4 de noviembre de 2018

PASAR DEL POR QUÉ AL PARA QUÉ (Dmp-6/1819)



Al amigo que me introdujo en este cambio de paradigma.

Normalmente solemos preguntarnos por qué. Y solemos hacerlo cuando nos ocurre algo malo. Cuando nos diagnostican una enfermedad, por ejemplo, es fácil preguntarse: ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Y lo consideramos una injusticia.

Es curioso que, cuando la noticia inesperada es buena, nadie suele hacerse esa misma pregunta. Nadie se atormenta preguntándose: ¿Por qué me tocó a mí la lotería y no a otra persona? Y tampoco cuando disfrutamos de las comodidades del día a día. No es fácil preguntarse: ¿Por qué yo puedo comer varias veces al día mientras hay otros seres humanos que mueren de hambre a diario?

Así, pues, sólo nos preguntamos por qué ante la adversidad y, a menudo, no hallamos ninguna respuesta convincente.

Quizá la clave esté en cambiar la pregunta, en pasar del por qué al para qué. No te preguntes por qué te pasa algo; pregúntate para qué. Este nuevo enfoque puede ayudarnos a encajar mejor las situaciones adversas porque nos permitirá dotarlas de sentido.

Desde la fe parece coherente: no nos preguntemos por qué Dios permite que me pase algo, sino para qué lo permite. Es decir, preguntémonos qué nos está pidiendo Dios con esa circunstancia que nos toca vivir. Si hallamos la respuesta, aquello tendrá un sentido. Y, aun cuando no la encontremos, desde la fe nos quedará la esperanza de saber que Dios está tejiendo algo importante con ello.


No hay comentarios:

VISITES / VISITAS des de 19/06/2007