Jn. 8,12-20
“Yo soy
la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida”.
Mi vida es un claroscuro, un acusado contraste entre
la luz y las sombras. Cuanto más brillo yo, más me envuelve la sombra; cuanto
más brillas Tú, más resplandece todo.
Ilumina, Señor, mis rincones más oscuros. Impón la
fuerza de tu luz en toda mi vida, te doy permiso para ello, pues sé que tan
delicado eres que no quieres forzarme. Dame tu Luz, Señor, para que no siga caminando en las tinieblas.
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