Jn 8,21-30
“Vosotros
sois de este mundo, yo no soy de este mundo”
Somos del mundo y, a veces, mundanos, en el peor
sentido de la palabra.
¡Qué equilibrio nos pides, Señor! Pretendes que vivamos en el mundo, que nos impliquemos en el mundo, que no nos
dejemos vencer por la indiferencia, que nos remanguemos para luchar contra
la injusticia… y, a la vez, que no
seamos del mundo, que no nos dejemos arrastrar por sus dinámicas, por sus
miedos, por sus deslumbrantes oasis que no calman la sed verdadera. ¡Qué
equilibrio más difícil!
Pero es tu equilibrio, Señor; el de tu Encarnación. Te
hiciste uno de nosotros, compartiste nuestra sed, el dolor, la injusticia… y,
sin embargo, no te dejaste seducir por el mundo.
¡Qué difícil equilibrio! Casi imposible que no
acabe en la cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario