Un Dios que es amor
112. Ante todo quiero decirle a cada uno la
primera verdad: “Dios te ama”. Si ya lo escuchaste no importa, te lo quiero
recordar: Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida.
En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado.
113. […] puedes arrojarte seguro en los brazos de
tu Padre divino, de ese Dios que te dio la vida y que te la da a cada momento.
Él te sostendrá con firmeza, y al mismo tiempo sentirás que Él respeta hasta el
fondo tu libertad.
114. En su Palabra encontramos muchas expresiones
de su amor. […]
«Con cuerdas humanas los
atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra
su mejilla» (Os 11,4).
«¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin enternecerse con
el hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré» (Is 49,15).
«Míralo, te llevo tatuado en la palma de mis manos» (Is 49,16).
«Los montes se correrán y las colinas se moverán, pero mi amor no
se apartará de tu lado, mi alianza de paz no vacilará» (Is 54,10).
«Yo te amé con un amor eterno; por eso he guardado fidelidad para
ti» (Jr 31,3).
«Eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo» (Is 43,4).
«Tu Dios está en medio de ti, un poderoso salvador. Él grita de
alegría por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo» (So
3,17).
115. Para Él realmente eres valioso, no eres
insignificante, le importas, porque eres obra de sus manos. Por eso te presta
atención y te recuerda con cariño. […] su memoria es un corazón tierno de
compasión, que se regocija eliminando definitivamente cualquier vestigio del
mal». No quiere llevar la cuenta de tus errores y, en todo caso, te
ayudará a aprender algo también de tus caídas. Porque te ama. Intenta quedarte
un momento en silencio dejándote amar por Él. Intenta acallar todas las voces y
gritos interiores y quédate un instante en sus brazos de amor.
116. Es un amor «que no aplasta, es un amor que no
margina, que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del
Señor, un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y
para la libertad, amor que cura y que levanta. Es el amor del Señor que sabe
más de levantadas que de caídas, de reconciliación que de prohibición, de dar
nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado».
117. Cuando te pide algo o cuando sencillamente
permite esos desafíos que te presenta la vida, espera que le des un espacio
para poder sacarte adelante, para promoverte, para madurarte. No le molesta que
le expreses tus cuestionamientos, lo que le preocupa es que no le hables, que
no te abras con sinceridad al diálogo con Él. Cuenta la Biblia que Jacob tuvo
una pelea con Dios (cf. Gn 32,25-31), y eso no lo apartó del camino del
Señor. […] Su amor es tan real, tan verdadero, tan concreto, que nos ofrece una
relación llena de diálogo sincero y fecundo. ¡Finalmente, busca el abrazo de tu
Padre del cielo en el rostro amoroso de sus valientes testigos en la tierra!
(Papa
Francisco. Christus vivit.)
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