sábado, 18 de mayo de 2019

SÁBADO DE LA 4ª SEMANA DE PASCUA


Los migrantes como paradigma de nuestro tiempo

91. ¿Cómo no recordar a tantos jóvenes afectados por las migraciones? Los fenómenos migratorios «no representan una emergencia transitoria, sino que son estructurales. […] En general, buscan oportunidades para ellos y para sus familias. Sueñan con un futuro mejor y desean crear las condiciones para que se haga realidad». Los migrantes «nos recuerdan la condición originaria de la fe, o sea la de ser “forasteros y peregrinos en la tierra” (Hb 11,13)».

92. Otros migrantes son «atraídos por la cultura occidental, a veces con expectativas poco realistas que los exponen a grandes desilusiones. Traficantes sin escrúpulos, a menudo vinculados a los cárteles de la droga y de las armas, explotan la situación de debilidad de los inmigrantes, que a lo largo de su viaje con demasiada frecuencia experimentan la violencia, la trata de personas, el abuso psicológico y físico, y sufrimientos indescriptibles. Cabe señalar la especial vulnerabilidad de los inmigrantes menores no acompañados, y la situación de quienes se ven obligados a pasar muchos años en los campos de refugiados o que permanecen bloqueados durante largo tiempo en los países de tránsito, sin poder continuar sus estudios ni desarrollar sus talentos. En algunos países de llegada, los fenómenos migratorios suscitan alarma y miedo, a menudo fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de gente cerrada y replegada sobre sí misma, ante la que hay que reaccionar con decisión».

93. «Los jóvenes que emigran tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven un desarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen, que pierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuando emigra uno de los padres o ambos, dejando a los hijos en el país de origen. La Iglesia tiene un papel importante como referencia para los jóvenes de estas familias rotas. Sin embargo, las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos. Las iniciativas de acogida que hacen referencia a la Iglesia tienen un rol importante desde este punto de vista, y pueden revitalizar a las comunidades capaces de realizarlas».

94. […] el hecho de incluir en su seno todas estas perspectivas pone a la Iglesia en condiciones de desempeñar en medio de la sociedad un papel profético sobre el tema de las migraciones». Pido especialmente a los jóvenes que no caigan en las redes de quienes quieren enfrentarlos a otros jóvenes que llegan a sus países, haciéndolos ver como seres peligrosos y como si no tuvieran la misma inalienable dignidad de todo ser humano.

(Papa Francisco. Christus vivit.)

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