¡Él vive!
124. ero hay una tercera verdad, que es
inseparable de la anterior: ¡Él vive! Hay que volver a recordarlo con
frecuencia, porque corremos el riesgo de tomar a Jesucristo sólo como un buen
ejemplo del pasado, como un recuerdo, como alguien que nos salvó hace dos mil
años. Eso no nos serviría de nada, nos dejaría iguales, eso no nos liberaría.
El que nos llena con su gracia, el que nos libera, el que nos transforma, el
que nos sana y nos consuela es alguien que vive. Es Cristo resucitado, lleno de
vitalidad sobrenatural, vestido de infinita luz. Por eso decía san Pablo: «Si
Cristo no resucitó vana es la fe de ustedes» (1 Co 15,17).
125. Si Él vive, entonces sí podrá estar presente
en tu vida, en cada momento, para llenarlo de luz. Así no habrá nunca más
soledad ni abandono. Aunque todos se vayan Él estará, tal como lo prometió: «Yo
estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28,20). Él
lo llena todo con su presencia invisible, y donde vayas te estará esperando.
Porque Él no sólo vino, sino que viene y seguirá viniendo cada día para
invitarte a caminar hacia un horizonte siempre nuevo.
126. Contempla a Jesús feliz, desbordante de gozo.
Alégrate con tu Amigo que triunfó. Mataron al santo, al justo, al inocente,
pero Él venció. El mal no tiene la última palabra. En tu vida el mal tampoco
tendrá la última palabra, porque tu Amigo que te ama quiere triunfar en ti. Tu
salvador vive.
127. Si Él vive eso es una garantía de que el bien
puede hacerse camino en nuestra vida, y de que nuestros cansancios servirán
para algo. Entonces podemos abandonar los lamentos y mirar para adelante,
porque con Él siempre se puede. Esa es la seguridad que tenemos. Jesús es el
eterno viviente. Aferrados a Él viviremos y atravesaremos todas las formas de
muerte y de violencia que acechan en el camino.
128. Cualquier otra solución será débil y
pasajera. Quizás servirá para algo durante un tiempo, y de nuevo nos
encontraremos desprotegidos, abandonados, a la intemperie. Con Él, en cambio,
el corazón está arraigado en una seguridad básica, que permanece más allá de
todo. San Pablo dice que él quiere estar unido a Cristo para «conocer el poder
de su resurrección» (Flp 3,10). Es el poder que se manifestará una y otra vez
también en tu existencia, porque Él vino para darte vida, «y vida en
abundancia» (Jn 10,10).
129. Si alcanzas a valorar con el corazón la
belleza de este anuncio y te dejas encontrar por el Señor; si te dejas amar y
salvar por Él; si entras en amistad con
Él y empiezas a conversar con Cristo vivo sobre las cosas concretas de tu vida,
esa será la gran experiencia, esa será la experiencia fundamental que sostendrá
tu vida cristiana. Esa es también la experiencia que podrás comunicar a
otros jóvenes. Porque «no se comienza a
ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con
un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva».
(Papa
Francisco. Christus vivit. La negrita
es mi propio subrayado.)
1 comentario:
Que verdad es
Yo ayer me encontré con la persona que me salvo la vida
Quien confió en mi , cuando nadie lo hacía .
Es una sierva de Dios .
Es un ser incopiable
Ayer tuve 30' minutos para estar con ella en un trasbordo que hacía , a su nuevo hogar
Valiente para echar una mano a otros
Por mi ya lo hizo
Ella y toda su comunidad
Cuento esto por que hacía muchos años que no la podía ver
Y esa media hora , se que estuve con DIOS
El me la puso en el momento que la necesite
Aunque le costó convencerme
Lo consiguió
Gracias DIOS por tanto
Publicar un comentario